Cosas que le diría a mi yo pasado [01]:
Gracias por ser fiel a
ti misma.
Cosas que le diría a mi yo pasado, es una nueva sección que
comenzare a publicar a partir de hoy y que, como se puede deducir por su título,
consistirá en una descripción breve y concisa de un diálogo que mantendría con
mi yo del pasado. Ya sea para advertirle y aconsejarle de que se está
equivocando o bien para alabar aquello que creo que, en mi presente actual, me
ha hecho ser como soy.
Comienzo además la sección con algo que siempre me ha
encantado de mí y me siento realmente orgullosa de haber logrado mantener a lo largo de toda mi vida. Y es que vivir en una sociedad como la actual, en la que
importan tanto las fachadas o las apariencias y donde parece que cada vez es
más común dejar de lado tu forma de ser para ser como la mayoría, me hace
sentir especialmente orgullosa el visualizar a aquella niña, que
fui tiempo atrás, para comprobar que ya con aquella edad tenía más personalidad
y carácter que algunos adultos “regranados”.
Nunca me importó no ser como la gran mayoría de las niñas.
Donde ellas veían vestidos, muñecas y colores rosas o violetas – ejem – yo veía
espadas, coches y balones de fútbol. Mientras que las niñas de mi edad veían a
las princesas Disney como su modelo a seguir, yo veía a los personajes aventureros y
heroicos como mi modelo a imitar.
No me pude sentir identificada con ningún personaje femenino hasta que conocí a Mulan o jugué por primera vez con Lara Croft o leí a Hermione Granger. El tiempo me ha hecho darme cuenta de que el problema no lo tenía yo, si no la sociedad machista, sexista y retrograda que se empeñaba en exigirle a una niña como yo, ser algo con lo que no me sentía para nada identificada. ¿Por qué tenía que jugar con juguetes tan aburridos? ¿Por qué tenía que jugar a ser una princesa cuando era yo quien quería montarse en un caballo y llevar una espada? ¿Por qué todos los personajes que hacían cosas “guays” y salvaban el mundo en los dibujos animados eran solo hombres?
No me pude sentir identificada con ningún personaje femenino hasta que conocí a Mulan o jugué por primera vez con Lara Croft o leí a Hermione Granger. El tiempo me ha hecho darme cuenta de que el problema no lo tenía yo, si no la sociedad machista, sexista y retrograda que se empeñaba en exigirle a una niña como yo, ser algo con lo que no me sentía para nada identificada. ¿Por qué tenía que jugar con juguetes tan aburridos? ¿Por qué tenía que jugar a ser una princesa cuando era yo quien quería montarse en un caballo y llevar una espada? ¿Por qué todos los personajes que hacían cosas “guays” y salvaban el mundo en los dibujos animados eran solo hombres?
Desde que era pequeña siempre he tenido muy claro qué me
gustaba y qué no. Nunca me ha gustado que me digan lo que debo o no debo de ser
o hacer. Yo siempre he sido yo y, sinceramente, me siento muy orgullosa de
haberlo sido, incluso cuando todavía ni siquiera era consciente de ello.
Creo que ella ya estaba marcando la diferencia y estaba
logrando romper barreras sin darse cuenta. Aquella niña que algún día fui, le
estaba gritando al mundo que todos debemos ser como realmente somos, porque es
la única manera real de poder ser felices con nosotros mismos; para después poder
hacer felices a los demás. No tiene nada de malo ser como la mayoría pero la
gran mayoría deja de ser como realmente es, por miedo a lo que puedan pensar sobre
ellos. Aquella niña me ayudó a conocerme y a apreciar el valor de ser yo misma,
sin importar lo demás. Nunca podré agradecerle lo suficiente el que me enseñara
aquella preciada lección. ¡Gracias enana!
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