Volar

Surcar el cielo con los ojos cerrados. Sentir el frío abrasador sobre mi piel; apenas cubierta por una fina tela. Cruzar océanos, sobrevolando su cristalina superficie, notando el sutil chisporroteo del agua sobre mi cara. Mi cuerpo fluyendo sin ataduras y con gracilidad, carente de la pesada gravedad que martiriza a mis enjutos hombros. Bailar con las nubes, sin tener miedo a cansarme. Oír rugir el viento incitándome a seguirle el juego, a dejarme llevar y hacer temblar mi voz con un inaudible lamento. Noto que mi cuerpo se contrae por el éxtasis que la libertad me provoca, al no sentir las ataduras de la nada. No hay tierra donde tropezar, rocas que rasguen mi ropa, barro que manche mis manos... No hay gente, no hay gritos, no hay malos gestos, no hay voces, no hay miedos, no hay nombres, no hay apariencias y engaños. Solo mi cuerpo flotando y mi mente en blanco. Solo yo, conmigo misma. Sintiéndome, por primera vez, sin un tupido velo lleno de marañas oscuras y opacas que