Entradas

Mostrando entradas de septiembre, 2013

Sentido común y ética, ¿eso se come?

Durante nuestra infancia no sabemos diferenciar entre lo que está bien y lo que está mal. Lo que es peligroso, de lo que no lo es. No tenemos ese sentido común que, “supuestamente”, las personas vamos desarrollando conforme maduramos y crecemos. Pero hoy en día me ronda una pregunta. Estamos en pleno siglo XXI. Se supone que vivimos en una sociedad avanzada, con todo tipo de lujos y comodidades. Donde la tecnología nos proporciona una mejor calidad de vida y donde hemos conseguido crear una sociedad, que ha logrado aprender de los errores del pasado y avanzar para ser más justa. Pero pese a todos estos grandes avances, en todos los sentidos, me da la sensación de que nuestra sociedad aún está en la más tierna infancia.  Donde, como he comentado anteriormente, se guía más por sus instintos más primarios que por su propia sabiduría o experiencia personal. ¿Cómo es posible que en pleno siglo XXI las personas que integramos y formamos esta sociedad aún no sepamos diferenciar ent

No sabemos apreciar lo que tenemos

En España tenemos muchos problemas. Pero quizás el más aberrante de todos es que somos envidiosos hasta rabiar. Nuestra sociedad capitalista está construida para conseguir que gastemos el dinero en algo que creemos necesitar. El problema de este sistema es que jamás estamos satisfechos. Cuando tenemos algo, en vez de disfrutarlo, estamos pensando en qué va a ser lo siguiente que vamos a adquirir. Es adictivo y nos hace sentir una falsa felicidad. Yo no soy mejor que nadie, también soy víctima de esta doctrina. Pero al menos soy consciente de ello. Precisamente lo que me preocupa de esto es que el 90% de la sociedad no lo es. Pero si este problema solo radicara en ser un adicto a comprar, no me parecería del todo mal. Me explico: cada uno con su dinero puede hacer lo que quiera, el problema es que la mayoría compra no por verdadera necesidad sino por el que dirán. Cuando ocurre esto la persona deja de valorar lo que de verdad necesita y solo se regocija en aparentar. De esta