2020 y lo efímero de nuestra realidad

El tiempo define nuestras vidas. Las marca y astilla. Mina nuestro ánimo y nos marchita con cada vaivén del péndulo que dirige nuestro destino. Ha sido un año duro y desconcertante... Un guantazo de realidad, un aviso… Una advertencia de la que seguramente no sacaremos ninguna lectura. Porque así funciona el ser humano: creemos ser invencibles cuando solo somos una mota de polvo en un universo que jamás terminaremos de entender.

No pretendo hacer un resumen de lo que ha sido este año, tan solo necesito poner en valor lo que he aprendido… dejarlo escrito para así poder recordarlo.

En un solo parpadeo todo puede cambiar y creo que esa es la mayor reflexión que puedo esclarecer de todo lo sucedido. En este 2020 hay gente que ha perdido familiares, su trabajo… nada que no ocurra diariamente. Solo que, en esta ocasión, ha sido a escala global y con un responsable claro. No hay que hacer un “complicado” ejercicio de empatía con el prójimo pues todo el mundo está sufriendo las consecuencias de este virus. Creía, tontamente, que el poder señalar la causa de nuestra desgracia nos haría ser más conscientes de que todo en esta vida es efímero y que nada nos pertenece.

Sin embargo, creemos que la vacuna curará todos nuestros problemas y no será así. Esto solo es la punta del iceberg de una serie de malas decisiones a nivel social, económico y político que llevamos arrastrando desde hace mucho tiempo. El virus es simplemente una de las consecuencias de seguir prolongando un sistema insostenible. Y no creo que tengamos mucha solución…

El problema es que, a nivel personal, no podemos cambiar nuestra realidad. Nuestro poder es limitado y solo podemos dar fe por nuestras propias acciones. No lo he hecho todo bien en mi vida, me he equivocado muchas veces y sigo viendo oscuros dentro de mí que no me gustan nada. Pero intento ser consciente de ellos para no dejar que se propaguen y nublen mis acciones. Hace años me dije que no podía cambiar el mundo, pero entendí que sí podía hacer mejor mi entorno más cercano y creo que este 2020 ha dado buena prueba de ello.

«No todo lo determina el azar. Tus pasos determinarán a quiénes irás encontrando por el camino.»

2020 ha sido un año extraordinario tanto en mi crecimiento personal como profesional. He conocido a gente maravillosa y mis seres queridos, afortunadamente, están bien. He pasado miedo e incertidumbre pero por lo demás no he sufrido los estragos de este virus. Saber que hay gente que no ha tenido tanta suerte como yo me hace ser aún más consciente de lo afortunada que soy y de lo volátil que puede ser nuestra realidad.

Ahora puedo escribir que todo está bien, que este año 2020 solo ha sido un mal sueño del que he podido despertar. Pero aún existe mucha incertidumbre y eso me provoca la inquebrantable angustia de no saber qué ocurrirá en los próximos años. Tengo miedo de perder lo que tengo y de que todo mi trabajo realizado durante estos últimos años se esfume.

El miedo no es malo per se, a no ser que dejemos que nos paralice… En mi caso uso el miedo como una advertencia latente, que me avisa de que debo seguir trabajando en lo que creo que es correcto. Aferrarme a ello me permite tener la garantía de haber conseguido mantener mi promesa de mejorar mi entorno. ¿Cómo sé que he conseguido mejorarlo? Cuando ves que junto a las inevitables piedras del camino crecen tiernos tallos verdes que algún día serán flores. Esos tallos verdes para mí han sido el poder seguir mejorando y trabajando en lo que me gusta, participar en proyectos que hace unos años eran tan solo un sueño para mí, sentirme cada vez más cómoda conmigo misma,  haber conocido a un grupo de gente al que puedo llamar familia: por la estabilidad que me otorgan, como me entienden y me cuidan.

Nuestras acciones tienen consecuencias pero nunca tenemos todo el control sobre ellas. Existen factores aleatorios que marcan y definen nuestro destino, mientras nuestros actos se entremezclan con las decisiones tomadas por el resto de personas de nuestro entorno. Nada es para siempre y no podemos obsesionarnos con querer más, avanzar más, conseguir más… Ser cada día más productivos y eficaces.

Es precisamente esa obsesión y esa insaciable necesidad de crecer lo que nos ha llevado a este 2020. Y yo misma experimento esa sensación de no ser suficiente, de querer más… sin disfrutar el momento. Y es esto mismo lo que quiero grabar a fuego en mi cabeza: valorar lo que tengo. Quiero saber abrazarlo y quererlo porque no siempre lo tendré. Nunca volveré a tener este 2020 que, con sus más y sus menos, también me ha otorgado grandes momentos compartidos.

«Disfruta del camino sin pensar en la meta y sigue haciendo las cosas que de verdad sientes sin esperar nada a cambio, más allá de la propia satisfacción de hacerlas.»

Quiero apreciar el momento y no obsesionarme con el futuro. No caer en la trampa en la que muchos tropezaran una vez concluya este 2020 y, con suerte, todo vuelva a la normalidad: creer que todo es para siempre. No es cuestión de ser pesimista sino de mantener los pies en el suelo y ser consciente de nuestra realidad, con lo que ello conlleva. Pararnos a pensar y valorar nuestra vida, sin dejarnos engullir por este mundo puramente insatisfecho. Tomarnos nuestro tiempo en valorarnos, querernos y tomar aire sin exigirnos constantemente ser más y mejor. 

La felicidad plena y absoluta no existe. Nunca estaremos plenamente satisfechos con nada de lo que hagamos u obtengamos. Quizás nuestro inconformismo forme parte de nuestro propio sentido de la supervivencia, pero si no lo controlamos solo vamos a lograr que nos consuma. Si mi realidad es efímera y todo lo que tengo es este instante, seguiré intentando que merezca la pena vivirlo. Carpe diem. 

Comentarios

  1. Un placer leerte. Como siempre, mi Vayus.

    Y un placer también que tú formes parte de mis propios tallos verdes y hayas contribuido a que este año haya dolido menos. A por esas flores, pues <3

    ResponderEliminar
  2. Creo que , sin duda, este 2020 nos ha echado el freno y nos ha instado a que dejemos de mirar siempre arriba y mirar por dónde vamos pisando, a aprovechar el hoy, cosa que nunca hemos dado el suficiente valor. Me quedo con esa lectura de este año, con todo lo que me habéis enseñado entre todas, y en lo personal por haberme acercado un poco mas. Gracias una vez más, VayoMayo, por todo ��

    ResponderEliminar

Publicar un comentario