Mentiras
Últimamente estoy pasando por un bache… Un bache que si lo contara y explicara tal y como lo siento, mucha gente me diría que es solo porque pienso demasiado… No pienses, no te cuestiones nada y sigue adelante… En realidad, debería ser así porque cuando nací nadie cuestionó mi existencia, llegué y me quedé. Nunca pensé el motivo por el que estaba aquí y en realidad no importa… estoy aquí, eso es lo que importa. Pero partiendo de esa base, es normal que no nos hagamos preguntas porque todas esas preguntas van más allá de nuestro mero entendimiento. Y por ese motivo construimos nuestra vida en base a “mentiras piadosas” que forman nuestra vida y nuestro día a día.
Podría hablar de la política o de
esa hipocresía que lo nubla todo, haciéndonos perder el juicio y justificar lo
injustificable sobre tantos temas sociales que escuecen… Y escuecen porque a
diferencia de nuestra existencia esas cuestiones sí tienen respuesta. No
quiero enumerarlos porque sería como hacer ver que unos son más importantes que
otros y no es así. Si queréis saber de lo que hablo abrid un periódico,
encended la televisión o entrad a Twitter – ese lugar donde todo el mundo tiene
la potestad de la verdad –.
Vivimos tan rodeados de tantas
mentiras que ya no somos capaces de discernir la verdad… Y yo… Yo me estoy
volviendo loca. Quizás llevo años volviéndome loca o aguantando para no
hacerlo. Soy una persona muy observadora e intuitiva, noto como son las
personas… No necesito ni siquiera pensar en ello, solo lo noto. Me ocurre desde
pequeña, pero con los años he logrado ser más consciente de ello y ese
conocimiento es el que me está haciendo desequilibrarme emocionalmente. He
pasado muchos años alimentándome de la esperanza… La esperanza de que
intentándolo una y otra y otra y otra vez… todo tiene arreglo y mi bache ahora
llega porque no sé si estoy errada. Quizás haya personas que no tienen arreglo,
quizás para algunas de esas personas ya no haya solución porque les ha anegado
el juicio tanta mentira… Mentiras mezcladas con sentimientos.
Lo mejor que tiene el ser
humano son sus emociones, pero estas son un arma de doble filo. Lo son
porque es lo único que sentimos real, nadie nos puede negar que están ahí. Y
las emociones se alimentan de todo lo que nos rodea, de absolutamente todo…
Pero sin lugar a dudas de lo que más se alimentan es de las relaciones y
vínculos que creamos con los demás. El problema es que alimentamos esas
emociones en unos pilares construidos a través de mentiras… Mentiras que nos
han ido inculcando desde que éramos pequeños… desde que nacemos. La manera en
la que nos relacionamos se basa en quienes somos. Ese “quién soy” se basa en la
identidad y la identidad se construye con tu “yo”, innato al nacer y escrito en
tu ADN, y las circunstancias. El yo no podemos controlarlo, por tanto, no tiene
sentido que hable sobre él. Pero las circunstancias, já… las circunstancias lo
son todo para nosotros.
«Me siento una superviviente en este mundo tan hostil y competitivo en el que vivimos.»
Gran parte de lo que somos y de
nuestra apreciada identidad se basa en ellas… De hecho, en un simple vistazo a
alguien, las circunstancias ya hablan por si solas: tu ropa, tu forma de andar,
tu estilo, tu peso, las marcas de tu piel… Con un simple vistazo ya podemos
saber las circunstancias de muchas personas… Especialmente si son personas
de primera, de segunda, de tercera, de cuarta…
Dependiendo de dónde hayamos
nacido y en qué época, nuestro comportamiento será diferente y basaremos
nuestro comportamiento en esas circunstancias. Si yo hubiese nacido hace
doscientos años probablemente nunca habría descubierto que escribir forma parte
de lo que soy… Nunca lo habría hecho mío porque no me habrían dejado
averiguarlo… Porque era una mujer y no tenía derecho a aprender… Un ser
de segunda categoría… Alguien relegado a ser solo lo que otros quisieran
hacer con ella. Y a partir de ahí nunca me habría cuestionado quién soy y
cómo me relaciono con los demás. Simplemente habría vivido subida en la mentira
de que yo no merecía ser lo que en otra época sí me han dejado ser… Lo peor de
todo esto es que a veces ni siquiera es que no nos dejen ser, sino que
simplemente las circunstancias no te permiten serlo porque tan solo puedes
pensar en sobrevivir…
Pero en el mundo en el que vivo y
en la época en la que lo hago, la supervivencia es algo que… se supone que
queda relegado a un segundo plano, ¿no? Quizás no tenga que salir a cazar al
bosque y luchar contra animales salvajes para conseguir un bocado de carne que
llevarme a la boca, pero me siento una superviviente en este mundo tan hostil y
competitivo en el que vivimos. Soy una superviviente más…
Una superviviente rodeada de
otros supervivientes que temen por su vida y que inconscientemente también se
lo cuestionan todo, como lo hago yo… La diferencia es que ellos no son
conscientes de que se lo cuestionan o simplemente prefieren vivir subidos en la
mentira de que: si no piensas y sigues andando, aunque no sepas muy bien hacia
donde, serás más feliz.
Y así vivimos… Atemorizados sin
saberlo. La vida es hostil e injusta, por eso nos apoyamos en los demás… Para
poder seguir adelante… Juntos, ¿verdad? No es así… No vamos juntos a ningún
lado. Cada día me siento más despegada de todo el mundo. Despegada
porque siento que siempre tengo que ir tirando del carro… Arrastrándolo para
que todo lo que hay a mi alrededor no se vaya abajo. El problema es que me
equivoqué… Porque tiraba del carro, de ese carro imaginario lleno de mis seres
queridos, arrastrando y llevando con él cada una de las mentiras que día a día
nos esforzamos por construir a nuestro alrededor para que las relaciones que
nos unen con los demás no se vengan abajo. Y estoy harta de arrastrar con tanta
mentira y lo único que quiero es la verdad…
El problema es que cada persona
tiene su propia verdad. Cuando conozco a alguien sé que no me ve… Cree verme,
pero no sabe en realidad quién soy porque yo misma también creo mentiras,
porque yo misma tampoco me dejo ver a los demás. Si un día estoy mal, hago ver
que estoy bien: por no molestar, porque no me vean débil, porque la gente es
egoísta y pasa de tus problemas, por miedo a no ser comprendida o que banalicen
tus problemas… Y aquí estamos, todos hechos mierda porque nos creemos nuestra
mentira, creamos una identidad ficticia con la que dar la cara ante los demás y
poder seguir adelante con el show.
Y entonces descubres que esas mentiras que tu creas para seguir con el show, que en el fondo son con buena intención o por hacer el menor daño posible, cada persona la entiende como quiere. Se crean su propia película sobre ella y ahí es donde surgen los malentendidos, las rayadas, los días de no entender a nadie, ni saber qué pasa por sus cabezas… Si a todo esto le sumamos las redes sociales. Me entra la risa… Si es en nuestro día a día fingimos constantemente ante los demás, imagínate detrás de una pantalla. Lo mismo tus lágrimas se deslizan por tu cara mientras le contestas a alguien con un gif de que te estás partiendo el culo de risa.
Pero bueno, así no te sientes
solo, ¿verdad? Hablas con gente, te relaciones, tienes a muchísima gente a tu
alrededor… Por todas partes, en todos los lugares del mundo y, sin embargo, te
sientes tan solo y abandonado. Tan solo y triste… Pero ni siquiera tu mismo
eres capaz de reconocértelo porque hay que seguir con el teatrillo, seguir con
tu vida y levantarte para ir a trabajar, a estudiar… Seguir sobreviviendo.
Hasta que un día, esas mentiras constantes que te repites una y otra vez te
explotan en la cara… Y te vienes abajo y llega la depresión, la ansiedad, la
insatisfacción hacia todo y todos. Porque sientes que llevas tanto tiempo
siguiendo el teatrillo, que esta sociedad nos impone, que ya nada merece la
pena.
«Lo mejor que tiene el ser
humano son sus emociones, pero estas son un arma de doble filo.»
Quizás mi problema es que estoy
harta del teatrillo, estoy harta de las verdades a medias, estoy harta de
que la gente no muestre lo que siente realmente, que solo muestren una pequeña
parte de ellos mismos por tener miedo a sentirse rechazados, solos o
incomprendidos. Estoy harta de que la gente se apoye en mí para solucionar los
problemas, porque inconscientemente se dan cuenta de que yo soy consciente de
lo que les ocurre y quieren que les ayude a verlo. Y estoy harta de hacerme
siempre la fuerte y no permitirme nunca flaquear en ningún aspecto. Estoy
harta de que siempre me vean como alguien que no necesita nunca nada porque he
sido tan tonta de asumir siempre el papel de ser la que ayuda, pero nunca
dejarse ser ayudada. Y, especialmente, estoy harta de que la gente se monte sus
películas basándose solo en lo que ellos sienten y dando por hecho que, porque
ellos sientan las cosas de una manera, todos somos así.
Nadie siente las cosas de la misma manera y esto lo sé porque para poder “verlo” ya tenemos una herramienta muy útil que nos ayuda en ese sentido: la empatía. Gracias a ella he descubierto que sentimos cosas parecidas, pero no iguales… Joder, es que no son iguales y queremos que los demás las sientan como nosotros porque sí, da igual cuantas veces te mientas al día, somos egoístas, muy egoístas. Y queremos sentir que hay alguien que nos entiende, alguien que siente las cosas como nosotros, alguien que es una extensión de nosotros mismo… para así no sentirnos solos. Pues sorpresa amigos y amigas, encontrarás a personas parecidas a ti, pero no iguales. Si quieres buscar a alguien que sea como tú, mírate en un espejo y aprende a quererte y valorarte. Así quizás no necesitarás tanto la aceptación de los demás y sabrás valorarte más a ti mismo – dejarás de sentirte tan solo y de buscar la atención constante de todo el mundo –.
Mi resumen de todo esto es que en el fondo usamos a los demás. Los usamos para no sentirnos tan solos y nos escudamos en las mentiras para poder seguir adelante cómodamente, sin involucrarnos demasiado y manteniendo una pared imaginaria que nos mantenga a salvo del peligro. Pero las cosas no funcionan así y cuanto antes entendamos que lo único que tenemos en esta vida es a nosotros mismos, dejaremos de usar a los demás, dejaremos de montarnos nuestras propias películas y conseguiremos crear relaciones sólidas, reales y duraderas con el resto. De otro modo solo podremos vivir en una mentira que cada día se hará más y más grande.
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