Desconfianza

─ ¿Sigues aquí?

¿Por qué?

No tengo a donde ir.

Ya veo

¿Quieres hablar?

No

Juh…

¿Qué?

Siempre esa mirada impenetrable… Siempre ese porte chulesco… Como si nada te importara.

Nada importa…

Estás dolida… Es normal…

¡No lo estoy!

Muy bien, sigue así… Lo mismo si te lo sigues repitiendo algún día lo creerás.

Es jodida la confianza, ¿verdad?

¿Cuánto tiempo cuesta ganarse la confianza de alguien? No cualquier confianza, ¿sabes? Una de verdad… ¿Cuánto?

Nunca llegas a ganarte la confianza plena de alguien.

Oh, eso lo dices por ti, querida… ¡Eres inaccesible y hermética!

Pero hay gente que sí confía, ¿sabes?

Como un salto al vacío… Se lanzan ciegamente a creer en alguien.

Al principio es un simple tanteo del terreno. Cuatro preguntas al azar, un par de risas, gracietas para romper el hielo… ¡Qué fácil es al principio!

Pero pasan los días… Hablas durante horas con la otra persona. Quedas, le cuentas tus planes, le hablas de ti: tus miedos, tus inseguridades, tu pasado, tus amigos, tu familia, tus anécdotas…

─ …

Todo esto durante días… Charlas por Whatsapp, tardes de hablar de todo y nada, videollamadas, excursiones, viajes, quedadas, dos cervezas y una tapa, cuatro bailes en una discoteca, las fiestas del pueblo…

Para…

Infinidad de momentos compartidos con esa persona… Crees conocerla… Crees que te has ganado el derecho a tutearla, a llamarla por un apelativo cariñoso, a apoyarte en ella si un día te sientes demasiado derrotada y hundida… La usas para seguir a flote… Porque te conoce, la conoces… Lo habéis compartido todo.

Basta…

¿Cuánto tiempo para llegar hasta ese nivel de afinidad? ¿Cuánto tiempo cuantificado en segundos, minutos y horas? ¿Cuánto?

No sigas…

Y entonces…

De un día para otro… En lo que dura un parpadeo… Todo eso se resquebraja… Se rompe y ya nada vuelve a ser igual… Y tú te preguntas, ¿merece la pena? Tanto tiempo persistiendo por intentar conocer a alguien… Poniendo más empeño en conocer a ese alguien más que en ti mismo para que, en apenas un minuto, por el más mínimo error, por la más mínima cagada, por la pereza de seguir hacia delante, por el egoísmo de la otra persona, porque la memoria es efímera e interesada… Todo eso perdido, así, sin más. ¿Merece la pena intentarlo?

Para, por favor…

Y lo vuelves a intentar… Has errado una vez: una pareja, un amigo, un compañero… Pero lo vuelves a intentar… Y machacas el tiempo en busca de una confianza efímera y pasajera que no durará más allá de lo que tardes en fastidiarlo todo en… un… solo… instante… ¿Merece la pena?

Ya… Para, ya…

¿La gente merece la pena?

Suficiente…

¿Yo merezco la pena?

¡Basta ya!

Contéstame…

─ ¡Hazlo!

No… No lo sé…

─ ¿Merece la pena que la gente se olvide tan fácilmente de todo?

─ ¿Que pase página tan rápido?

─ ¿Que se olvide con tanta facilidad del valor que tiene ese tiempo empleado en alguien?

─ ¡¡La gente cambia!!

Oh… Creemos creer que cambian… O lo mismo hemos querido creer que siempre fueron algo que en realidad nunca fueron… Una versión tergiversada de lo que en nuestro ferviente deseo queríamos ver en ellos… Engañándonos para creer en algo que nunca existió…

Me da… miedo…

¿El qué?

Dilo… Solo estamos tú y yo…

Me da miedo… El no saber qué queda de mí, cuando no hay nadie…

Qué queda de mí, cuando pierdo la esperanza en los demás…

─ …

─ Quiero creer que al final, alguien se quedará…

¿Y crees que ocurrirá?

No… Porque yo… Tarde o temprano me tendré que marchar…

Y, ¿mientras tanto?

Prefiero no pensar… Solo dejarme llevar a donde quiera que vaya a parar…

Un poco derrotista, ¿no crees?

No…

─ ¿No lo es?

No podemos controlarlo todo…

Tienes razón.

La vida es así… Siempre se da más de lo que se recibe… En todo… Y con las personas no es diferente…

─ Eso no siempre es así… Aunque… Quizás el problema reside, corrígeme si me equivoco, en que le damos más valor a lo perdido que a lo conseguido.

Es cierto, hemos perdido a ese viejo amigo… Se ha marchado voluntariamente de nuestro lado… Una gran pérdida…

Pero durante ese proceso, durante ese tiempo intentando conocerlo, intentando saber más, compartiendo momentos… has ganado parte de tu identidad… Con cada tropiezo, con cada fracaso, con cada momento invertido y compartido… siempre habrá algo de todo eso que sume. Que sume a lo que ya eras y, por tanto, eres… ¿Merece la pena?

─ ¿Merece la pena intentarlo? Porque, aunque nadie se quede, te habrás ganado a ti misma…

Su semblante se contrajo en una mueca dolorosa.

¿A qué precio? ─ Preguntó.

Al que tu estés dispuesta a pagar.

Tambaleante se levantó de la silla. Quizás tenía razón… Quizás todo merecía la pena porque al final quien queda, quien siempre queda, eres tú misma… Pero, ¿a qué precio? Cómo ensamblar los pedazos de lo que pueda quedar si, confiando en alguien, de nuevo, te vuelve a traicionar. ¿A qué misero costo compensa que te rompan, para volverte a pegar?

Cansada y meditabunda salió de aquel cuarto sin prestar atención a la persona que acababa de dejar atrás… Una vez más, un abismo infinito entre todo y nada… Desconfianza y desconcierto… El miedo instaurado en el pecho… Lágrimas rodando por tus mejillas… Desequilibrio, añoranza, anhelo… Deseos incumplidos en un grito ahogado en tu garganta, el quejido de la niña pequeña que quiere huir. Pero no puede porque no sabe dónde, porque no tiene a nadie a quien recurrir, porque se siente a gusto en el mundo que han construido para ella; el único que conoce y al que puede llamar hogar…

Y, al final… Al final no se trataba de la desconfianza que albergaba su corazón sino del miedo que le impedía avanzar… Que le nublaba el juicio y le impedía ver con claridad… Que le hacía querer rendirse en cuanto las cosas no empezaban a funcionar… Porque es lo fácil, es lo asequible, y, lo demás, es un camino demasiado tortuoso como para querer plantearse avanzar.

La desconfianza no es tanto por el miedo a perder lo ganado, a sentir que el esfuerzo y los recuerdos almacenados durante años se desvanecerán como si nada hubiese pasado. Se trata del propio miedo a no saber solucionarlo… El miedo a que los demás también tengan miedo, a no intentarlo.


Comentarios