Un gran poder conlleva una gran responsabilidad

Hace algún tiempo me tope con una persona que afirmaba que los libros de Paulo Coelho te hacían aprender más que los libros, por ejemplo, de Harry Potter. Porque, seamos honestos, ¿qué vas a aprender en una saga de fantasía? ¿Aprender a montar en escoba? No voy a exponer aquí por qué estoy un poco (bastante) en contra de los libros de autoayuda. No. Estoy aquí para hablar sobre cómo he llegado a la conclusión de que el uso irresponsable de la inteligencia tiene grandes efectos secundarios.

Si habéis leído mi entrada sobre cómo la lectura cambió mi vida, sabréis que la saga literaria que me enganchó a leer fue Harry Potter. Me fastidia mucho que haya personas que piensen que es una saga “simplista”. La literatura, como cualquier arte, es una manera de plasmar los sentimientos, reflexiones o emociones de una persona. Da igual de qué genero se trate. Cuando un autor escribe algo, transmite gran parte de su forma de ver las cosas, reflexiones, además de su manera de ver la vida. JK Rowling no es diferente al resto y no solo habla de conceptos como la pérdida de un ser querido, la soledad, la amistad, el amor o la muerte… sino que incluso profundiza sobre todos estos conceptos a través de las criaturas fantásticas que imaginó para la saga – los dementores son la representación ficticia de lo que simboliza para ella la depresión –.

Albus Dumbledore, por ejemplo, es un personaje en el que se apoya mucho para dar rienda suelta a sus reflexiones, ya que estamos hablando probablemente del personaje más sabio de toda la saga. A través de él, he aprendido mucho sobre Rowling.

En el último libro de la saga, Dumbledore habla, en una especie de limbo, con Harry sobre su vida. Ahí, él mismo reconoce que no era tan buena persona como todo el mundo creía. Rowling plasmó perfectamente, a través de Snape y Dumbledore, que nadie es tan sumamente buena persona pero tan poco tan sumamente mala persona.

«Cuanto más sabia e inteligente es una persona, mayor será el impacto de sus acciones con el resto de la gente.»

Durante toda la saga idolatré a Dumbledore mientras a Snape lo crucifiqué – tal y como hacía el propio Harry –. Pero al terminar de leer la saga me di cuenta de que los blancos y negros no existen. Por ese motivo cuando el propio Albus nos desvela que quizá él fue el responsable de la muerte de su hermana, te das cuenta de que era tan humano como cualquiera de nosotros y nosotras. Pero siempre lo habíamos visto como la reencarnación de la perfección. Entonces Albus realiza una frase que cambió mi manera de ver las cosas. Albus explica que su hermano Aberforth, pese a que era completamente opuesto a él y no destacaba en nada, era mejor persona que él. Cuanto más sabia e inteligente es una persona, más grandes serán sus errores y, por tanto, mayor será el impacto de sus acciones para con el resto de la gente.

Esta frase no solo me hizo darme cuenta, tiempo después, de hasta qué punto un autor es capaz de plasmar sus reflexiones y puntos de vista, aunque sea en una novela de ficción, sino también de darme cuenta de que la inteligencia está sobrevalorada. 

La raza humana es el ser más inteligente en la tierra y por ese motivo nos estamos cargando el planeta y a nosotros mismos de paso. Hace poco vi un documental donde un profesor de una reputada universidad ─ no recuerdo cuál ─, hablaba sobre la robótica y la evolución humana. Comentaba que el ser humano había tocado techo y que debíamos seguir evolucionando como una inteligencia superior. Barajaba la posibilidad de que en un futuro el ser humano se pudiese convertir en mitad hombre/mujer y mitad máquina. Terminator pero en la vida real, vamos. Su afirmación me cabreó muchísimo porque lo primero que me vino a la mente, cuando dijo que habíamos tocado techo, fue pensar que muchas personas no tienen ni agua para beber. Pensé en la desigualdad de la mujer, pensé en la discriminación hacia los discapacitados y el colectivo LGTB+, pensé en el racismo, pensé en las guerras, pensé en la corrupción, pensé en el poder, pensé en la avaricia, pensé en el egoísmo… Podría seguir así y no parar…

«Nadie es tan sumamente buena persona pero tan poco tan sumamente mala persona.»

Cuando ese señor, catedrático en «me importa un pimiento», comentó que el ser humano había tocado techo me di cuenta de que, por muchos estudios que tengas, hay gente que tiene menos luces que un cascabel y que estudiar o tener una formación académica no te hace ser mejor persona.  

Somos una especie capaz de llegar hasta la Luna, pero no somos capaces de crear un sistema económico justo para todos los seres humanos, el resto de los seres vivos y nuestro planeta… Buscamos vida extraterrestre cuando ni siquiera somos capaces de respetar a nuestros allegados o la vida que habita en nuestro planeta. Somos una especie rematadamente estúpida y egoísta, que se cree más de lo que es.

Todo esto me hace recordar la fabulosa frase que le recita tío Ben a Peter Parker en Spiderman: «Un gran poder conlleva una gran responsabilidad». El gran poder del ser humano es su inteligencia y, sin duda, hacemos un mal uso de ella.

Esta clase de valores y reflexiones han llegado hasta mí leyendo o viendo ficción. Porque la ficción tiene un gran poso de realidad. La ficción es muchas veces la manera de expresar lo que siente o lo que piensa un autor a través de unos personajes y de una historia. Y es precisamente la capacidad del ser humano de plasmar sus emociones en un trozo de papel o tocando un piano, lo que realmente engrandece a la humanidad. No el haber pisado la luna que, no sé vosotros, pero yo de momento no he tenido el placer. Aunque si lo escribo… a lo mejor imagino qué se sentiría al hacerlo…

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