Marionetas que manejan sus propios hilos

Marionetas que manejan sus propios hilos. ¿Es el ser humano así? ¿Una marioneta que maneja sus propios hilos? Esa es la percepción que cada día tengo más acerca de la humanidad y de nuestra sociedad. A veces cuando me piden el DNI para realizar cualquier tipo de gestión, me pregunto: ¿Acaso solo somos eso? ¿Meros números? Números que piensan, que se emocionan, que caminan y hablan… Pero solo eso ¿números?

Me resulta duro el creer que la sociedad donde he crecido y que me ha formado, me considere tan solo un número. Pero lo cierto es que lo soy. Un número que permite que la sociedad se mantenga a flote. Un número que deberá trabajar para mantener el equilibrio socioeconómico. Un número al que hay que mantener contento y satisfecho aunque movamos sus hilos. Al escribir esto me están entrando escalofríos. ¿Realmente lo somos?

Todos anhelamos tener libertad para poder realizar lo que nosotros queramos. El libre albedrío que nos permite dictar nuestras propias decisiones, nuestros propios actos. Pero para poder tener libertad siempre hay que pagar un precio. Por todo en esta vida hay que pagar un precio. El precio que debemos pagar los habitantes de los países “desarrollados” por tener nuestra libertad y una mínima calidad de vida es ese… Ser un número.

Siguen existiendo luchas por el poder. Luchas entre multinacionales y grandes familias. No sabemos hasta qué punto controlan lo que ocurre, lo que está claro es que están ahí. La tierra llegara a un punto, tarde o temprano, en el que no tenga suficientes recursos para abastecer a los miles de millones de habitantes que poblamos el mundo. Nos engañan afirmando que aún no podríamos subsistir sin el petróleo, como fuente de energía principal, cuando hoy en día hay tecnología más que suficiente para poder hacerlo. No les interesa invertir su dinero en las energías renovables, porque hay demasiados intereses puestos en el petróleo.

Actualmente seguimos destruyendo lo único que tenemos, que es la tierra. Mientras aún nos peleamos por vender o comprar un cachito del espacio para que cada estado pueda colocar sus satélites orbitando alrededor de la tierra. Los laboratorios farmacéuticos hacen todo un negocio con las medicinas, mientras todavía hay gente en el mundo que se muere por una maldita gripe. Todos somos conscientes de los problemas que hay en el mundo y, de una manera o de otra, todos somos participes de lo que ocurre. ¿Por qué? Porque nos resignamos a creer que no podemos hacer nada por cambiar las cosas. Que los problemas de los demás no nos importan y simplemente ignoramos aquello que nos preocupa para seguir con el teatrillo. The Show Must Go On, ¿no?

Últimamente no paro de apreciar que cada vez hay más adaptaciones fílmicas, literarias... que hablan sobre el apocalipsis. Nuestras obras muestran nuestras más profundas preocupaciones y sea en el medio que sea – literatura, videojuegos, cine, teatro…  el fin del mundo es uno de los temas más recurrentes. ¿Estamos cavando nuestra propia tumba? 

La tierra muere lentamente y nosotros somos los principales responsables de ello. Quizás nosotros no paguemos las consecuencias de nuestros actos ahora, pero sí las futuras generaciones. La crisis económica mundial ha sido tan solo un pequeño aviso. Un aviso que nos advierte de que algo no funciona desde hace demasiado tiempo. Ninguno estamos dispuestos a sacrificar lo que tenemos por intentar mejorar las cosas. Seguimos creyendo que la culpa no es nuestra. Seguimos viendo "el mal en el ojo ajeno".

¿Pero cuál es la formula? ¿Cuál es la fórmula para conseguir un equilibrio perfecto? ¿Para lograr que todos/as podamos vivir en paz y podamos ser verdaderamente libres? Creo que esa fórmula no existe. No somos perfectos, cada persona es distinta y tiene distintas motivaciones. Nunca existirá una manera perfecta de poder dirigir y mantener en perfecto equilibrio nuestra sociedad. Somos demasiados y todos por instinto optamos por la vía fácil – que en la mayoría de los casos es hacer daño a los demás y por inercia a nosotros mismos .

No vale de nada el conformarnos con ello. Siempre podemos hacer algo por intentar cambiar las cosas. No es necesario el imponernos grandes metas, simplemente procurar mejorar nuestro entorno más cercano. A veces tendremos éxito, otras no nos daremos cuenta de que lo hemos tenido y muchas otras fracasaremos. Pero acaso la vida no es eso. Acaso la vida no consiste en aprender de los errores y seguir adelante. La vida está hecha a base de ensayo y error. No se puede lograr un triunfo si no has fracasado previamente. Pero en ocasiones hay errores que no se pueden subsanar. Aun así el rendirse y omitir los problemas que tenemos no es una opción para mí.

Si no fracasáis, sois unos fracasados. Debéis asumir lo que ello conlleva. Para todo en esta vida hay que pagar un precio y casi siempre no con dinero. Yo he pagado el precio de ser un mero número, al igual que el resto de vosotros. Lo que aún obviamos es que la unión de los números puede formar grandes cifras y esas cifras pueden marcar la diferencia.

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