Imagina ser tú
¿Tienes un espejo cerca? Cógelo y
mírate en él. ¿Qué ves? Tu respuesta puede decir mucho de ti y de cómo te ves a
ti mismo/a. Porque muchas veces, cuando observamos nuestro reflejo, no estamos
mirando realmente lo que este nos devuelve; en realidad estamos viendo lo que
nosotros queremos ver en él o lo que otros nos hacen ver en nosotros mismos.
Este texto no pretende ser una especie de entrada de autoayuda, ¿sabes por qué?
Normalmente ese tipo de textos solo
intentan esconder la basura debajo del sofá. Pero por mucho que la
escondas, la basura sigue estando ahí. Tenemos que saber ver nuestros defectos,
entender que están ahí, verlos claramente y no enmascararlos con nada. Y cuando
somos capaces de verlos y aceptar que están ahí, es cuando realmente aprendemos
a aceptarnos tal y como somos.
Porque sí, es genial ser como
somos. Hemos nacido así y no nos tienen que hacer sentir mal por serlo si no le
estamos haciendo daño a nadie. No hemos elegido ser de esta manera… o quizás
sí. ¿Sabéis por qué suelo decir que mi imaginación es mi realidad? Porque todo lo que soy capaz de imaginar
puedo hacerlo real. Durante mi adolescencia a veces pensaba, ¿cómo seré yo
dentro de diez años? Entonces en mi mente se dibujaba la chica que yo quería
ser en un futuro y os puedo asegurar que la imagen que tenía sobre mi versión
adulta, en aquel momento, no es muy distinta a lo que soy yo ahora mismo. Me he
hecho a mí misma, a base de conocerme y entenderme. Todo aquello que no me
gustaba de mí lo he pulido y mejorado para poder moldearme a la imagen de la
mujer que quiero llegar a ser.
Por qué decidí cambiar ciertas
cosas, os preguntareis, si al principio he comentado que hay que aceptarnos a
nosotros mismos. Primero porque eran cosas que me hacían daño o le podían hacer
daño a los demás y segundo porque realmente no existe un “nosotros”. Cada
persona se moldea a sí misma y decide cómo quiere ser. Aunque en la mayoría de
las veces no somos nosotros los que decidimos cómo queremos ser sino que nos lo
inculcan: yo soy yo y mis circunstancias.
Es difícil saber diferenciar entre lo que realmente es tuyo y lo que hemos
adoptado – por otras personas o por las simples circunstancias que nos rodean –.
Sin embargo, sí existe algo con
lo que no podemos luchar: nuestro aspecto físico. Nuestra personalidad la
podemos cambiar a base de prueba y error, pero el físico no y en una sociedad
donde la apariencia y la imagen es tan importante, a veces, es difícil aceptar nuestro
aspecto. Y sí, obviamente podemos cambiar ciertas cosas de nuestro aspecto
físico y camuflar otras. Pero la mayoría de las veces, ¿por qué queremos
cambiar nuestro aspecto? Por moda y porque todo lo que se salga de esos cánones
de belleza, que nosotros mismos hemos establecido por conveniencia, no pueden
encajar en esta sociedad… y el ser humano es un animal social que necesita encajar.
Nos venden una imagen artificial
y edulcorada, en la publicidad y los medios de comunicación, que no se basa en
la realidad y, claro, un espejo no cuenta con filtros, ni retoques… te muestra
tal y como eres. ¿Cómo poder luchar ante
tal realidad? No hay que luchar, hay que aprender a aceptar que somos así y
que es genial ser así, por el simple
hecho de que somos nosotros.
A lo largo de nuestra vida
conoceremos a muchas personas. La mayoría pasarán de largo sin mirar atrás,
otras se quedarán contigo en ciertos tramos del camino… pero con la única
persona con la que vas a tener que convivir siempre es contigo mismo. Cuando
cierras los ojos antes de irte a dormir, estás solo contigo mismo; cuando estás
enfermo, solo tú sientes el dolor; si estás triste, solo tú eres capaz de
sentir y entender lo que te pasa; si tienes que superar un examen, solo tú
puedes hacerlo. Estamos solos, por mucha
gente que nos rodee, lo estamos y si ni siquiera nos aguantamos a nosotros
mismos, ¿qué nos queda?
Si quieres camuflar un defecto
porque no quieres que los demás lo vean, estás en tu derecho y puedes hacerlo.
Pero si no eres capaz de aceptar que por muy escondido que lo tengas, ese
defecto, existe, lo único que vas a conseguir es hacerte mucho daño. Nos
acostumbran desde niños a intentar ser perfectos, a no fallar, a tener una
imagen idílica y pulcra ante los demás, pero no nos enseñan el valor de la diferencia y de ser
simplemente nosotros. No somos robots, ni una maldita foto con tres filtros
en Instagram… somos personas y
tenemos defectos.
La única manera de poder lidiar
con nosotros mismos es vernos tal y como somos, porque es genial ser tú. No porque seas especial; nadie es especial.
Cada persona es única a su manera simplemente porque somos y existimos. Estamos
aquí, no lo hemos elegido, no nos han dado la opción de elegir, ¿qué nos queda?
Ser, simplemente porque es difícil a
la par que maravilloso existir. Y en
esta extraña paradoja que es vivir nos ha tocado ser nosotros, ¿qué le vamos a
hacer? No se está tan mal si lo piensas, ¿verdad?
Si crees que hay algo dentro de
ti que no te hace bien, cámbialo. Si hay algo de tu físico que no te gusta,
puedes cambiarlo. Pero jamás lo hagáis por lo que digan los demás o por lo que
puedan pensar sobre ti… hazlo porque tú quieres y porque te puedes sentir más
cómodo/a. Pero aceptando que tú eres así y por suerte o por desgracia hay
cosas que, por mucho que queramos, no podemos cambiar. Y si tienes que caerte
para poder entenderlo, pues entonces cáete porque se aprende más de los fracasos que de los éxitos.
Dicho esto, aprended a conoceros,
tened muy claro quiénes sois y una vez que hayáis conseguido encontraros,
simplemente aprended a lidiar con vosotros mismos y si hay algo que no os gusta, imaginad como podríais ser si lo cambiaseis. Si al hacerlo os visualizáis a
vosotros mismos siendo mejores personas pues adelante, hacedlo. Pero si en el
fondo nada va a cambiar por hacerlo, simplemente imaginaos tal y como sois
porque tiene que ser genial ser tú.
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