La soledad y la grandeza de los pequeños momentos

Me gusta la soledad. Esa que no es impuesta sino necesaria. Aquella que te permite mirar dentro de ti, sin que nadie interrumpa tus pensamientos. Aquella que te ayuda a repararte si sientes que algo va mal. Aquella que muchos temen porque es profunda, descarnada y a veces nos muestra partes de nosotros que no nos gustaría encontrar en nuestro interior. Aquella que te hace plantearte el cuándo, el dónde y el porqué. Aquella que te hace recordar o indagar en tus más profundos sentimientos, revelándote fragmentos de memorias perdidas en el profundo mar de los recuerdos. Aquella que te puede desprender las lágrimas... esas lágrimas tan necesarias a veces; tan curativas y sanadoras pero que tanto miedo provocan en aquellos que no quieren entender su poder.

Sí, me gusta la soledad porque me ha ayudado en muchas ocasiones. Creo que es uno de los mayores remedios del siglo XXI. Vivimos tan estresados y rodeados de información... constantemente bombardeados, no solo por nuestras emociones sino por las de aquellos que nos rodean. Por ello considero necesario hacer un alto en el camino para mirar dentro de nosotros y saber cómo estamos. Habitamos en una sociedad, donde el tiempo avanza tan rápido que en la mayoría de ocasiones no somos capaces de identificar, incluso, en qué momentos nos sentimos mal. Hasta que llegamos a ese punto tan radical, en el que explotamos y sacamos todo lo que llevamos dentro a base de mal. Pagando nuestro malestar con los demás, con nosotros mismos o entrando en cadenas de ansiedad, estrés o hasta depresión – en los peores casos .

When you try your best but you don't succeed
When you get what you want but not what you need

Por eso a veces necesito estar sola. Hasta mi propio cuerpo me lo pide porque soy una persona tan positiva y optimista que mi subconsciente me avisa de cuando estoy mal anímicamente. Es en esos momentos cuando necesito pararme conmigo misma y preguntarme qué me ocurre.

Aunque la soledad no solo se puede utilizar en ese sentido. El tiempo pasa tan constante, tan rápido y veloz que nos cuesta a veces procesar dónde estábamos antes, dónde estamos ahora y hacia dónde vamos en el futuro más inmediato. Esto provoca que a veces mezclemos los recuerdos, tergiversemos nuestro propio pasado e incluso no seamos capaces de desentrañar aquello que nos ha ocurrido. Para aprender sobre ello y no cometer los mismos errores. Para dejar de sentir incluso esa ansiedad por conseguir nuevas metas o buscar la tan ansiada felicidad; la cual parece que nunca llega. Sin embargo, es en esos momentos contigo mismo donde descubres todas las veces que has podido ser feliz. Porque la felicidad no se mide con una línea recta ascendente y progresiva; que nunca decae y siempre va a más. La felicidad tiene sus momentos de caídas, tropezones, de remontadas y de momentos de máximas. 

When you feel so tired but you can't sleep
Stuck in reverse


Es en este punto, cuando sentado contigo mismo, te das cuenta de que tu vida se compone de pequeños momentos. Entonces te paras a apreciar lo más ínfimo. Dejas de exigirte tener aquello que no tienes y empiezas a valorar lo que ya poses. Siendo consciente de que la felicidad no se puede idealizar y que nadie puede ser feliz al 100% – en todas las etapas de su vida . Porque siempre habrá cosas que hayas ganado, con el transcurso del tiempo, pero a la vez habrá muchas otras que habrás perdido y no podrás recuperar. 

Es por ese motivo, por lo que me encanta buscar en mi "base de datos" y apreciar esos pequeños momentos de mi vida que me han hecho ser feliz. Y no hablo de los grandes, esos días gloriosos que quedan guardados en la retina de quien los vive – por ser uno de los momentos más importantes de tu vida . No, hablo de esos pequeños fragmentos que cuando los contabilizas te das cuenta de que son miles. Miles de pedazos de recuerdos felices que sumándolos, te hacen entender que el total es lo que cuenta. 

When the tears come streaming down your face
When you lose something you can't replace

Porque, cómo es posible que el simple hecho de recordar una tarde con tus hermanas, un bol de palomitas y una película me pueda hacer esbozar una sonrisa; o una mañana bromeando con tus padres o simplemente hablando; o esas tardes que pasas con tus amigas, sentada en un banco simplemente riéndote y disfrutando de su compañía; o los ratos de recreo en el instituto, cuando tenías media hora para desconectar de las clases y al final esa media hora a veces se convertía en lo mejor del día; o esas reuniones familiares donde acabas literalmente llorando de la risa; o pasar una tarde simplemente contigo mismo disfrutando de uno de tus hobbies; o ese viaje en autobús escuchando una canción que te encanta; o todas esas tardes de lectura con una bebida y un buen libro; o aquel concierto de apenas dos horas que te hizo sentir la mayor euforia de toda tu vida; o una simple tarde de playa con tus sobrinos; o, simplemente, una tarde como esta... donde sentada delante de un ordenador me dejo llevar por lo que siento, con una canción de Coldplay de fondo y esta hoja en blanco que, de repente, se convierte en algo que, con suerte, le puede llegar a aquella persona que decida leerlo.

Recordar todos esos pequeños momentos me hace muy feliz. Porque forman parte de lo que soy y de las personas a las que quiero. Me hace apreciar el momento, saber disfrutar y ser feliz con lo que tengo. E incluso me hace volver a reencontrarme de nuevo con aquellos que ya no están y, por el simple hecho de recordarlos, los hago inmortales e imperecederos. Quizás también por este motivo me apasiona tanto escribir porque me permite conservar el ahora. Un ahora, que dentro de un tiempo formara parte del pasado. Me hará recordar esta etapa de mi vida, conectar con aquella vieja yo y me permitirá no olvidar nunca quién era.
When you love someone but it goes to waste
Could it be worse?

Y no, no me olvido tampoco de los malos momentos. Porque soy consciente de que muchos temen la soledad, por aquellas sombras alargadas que envuelven su pasado y que a veces les hace sentir indefensos y enfermos. La soledad también me ha enseñado a apreciar los malos momentos y darles el valor correcto. Porque hoy no tendría la madurez, la entereza y la fuerza de voluntad que poseo... si no fuera por todo lo malo que me haya podido pasar. Y eso es una lección, que no nos podemos permitir no aprender.

Así que hacedme un favor, buscad un hueco para disfrutar de vuestra compañía. Recordad aquellas pequeñas cosas que os hagan esbozar una sonrisa y valorad lo que tenéis. No hay nada más preciado que la vida y todo aquello que nos pueda llegar a enseñar. Por muy injusta y cruel, que a veces pueda llegar a ser.

Lights will guide you home
And ignite your bones
And I will try to fix you

Allí estaba ella... sentada en la orilla del mar. Con sus cabellos al viento y la mirada dispersa. Sus pensamientos volverían algún día a aquel lugar, en ese instante. A aquel basto espejo azulado. Donde, por un instante, había descubierto que la felicidad se podía hallar en los lugares menos insospechados.”

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