La tauromaquia
Patrimonio cultural de España, una
fiesta de tradición, representación de los españoles e icono de nuestra tierra
como símbolo imborrable de nuestro patrimonio nacional. Qué bien suena todo
esto, ¿verdad? Qué fácil es regalarle el oído a alguien cuando se trata de
hablar sobre los colores de su bandera patria o del lugar donde creció. Qué
fácil engañar a la gente y hacer que discutan entre ellos por un espejismo
ficticio, creado por el ser humano, como es el patriotismo.
No me gusta que ejerzan sobre mí
un poder como ese. Ya vivimos suficientemente esclavizados como para,
voluntariamente, atarme la soga al cuello y garantizarles, aún más, el poder
sobre mí a aquellos que en lo único en lo que pueden pensar es en el
dinero. Porque señoras y señores esa fiesta nacional, tradición de nuestro país,
no es más que un interés económico de aquellos que viven de esto – aunque
paradójicamente nosotros también nos beneficiemos de ella –. Las matanzas que se
realizan todos los años, seguidas de risas y aplausos por sus seguidores en las
diferentes plazas de toros repartidas por todo el país, ingresan anualmente a
nuestro estado la friolera cantidad de 2.500 millones de euros. ¿Qué pueden
comentar los antitaurinos ante esto? ¿Qué pueden rebatir? ¿Qué?
Aquí ya podría concluir esta
entrada. ¿Voy a ponerme a discutir ante el mismísimo dinero? ¿Voy a ser tan hipócrita
de poner a caldo la industria taurina cuando, a mí misma, me está beneficiando el
que le vaya tan bien? Pues mira sí. Llamadme hipócrita pero soy de las que
defiende que hay maneras y maneras de hacer las cosas. Y las maneras y los “argumentos”
de aquellos que defienden la tortura de un ser vivo, para el regocijo de los
demás, me dan bastante pena. ¿Se podría disfrutar de la fiesta taurina si no se
torturara y ultrajara de manera enfermiza a un pobre animal indefenso, en una
plaza de toros? La respuesta sería un rotundo sí.
Se ha planteado en innumerables
ocasiones que nuestra fiesta taurina se adaptase a la portuguesa. Para quien no
lo sepa en Portugal también se realizan corridas de toros pero, a diferencia de
nosotros, al toro no se le tortura – ni se le mata al finalizar la corrida –. ¿Por
qué se niegan a hacerlo aquí también en España? Obviamente por las ganaderías, que
viven exclusivamente de esto. Hay un dicho que dice: “adaptarse o morir”. Aquí en España ese dicho lo llevamos bastante mal.
Se pretende hacer ver, que todas esas ganaderías se irían al traste si no fuera
por las corridas de toros. Como si la única función de un toro en este mundo
fuese torturarlo y sacrificarlo para el regocijo de unos cuantos. ¿Qué pasa con
las vacas? ¿Quién fecundaría a las vacas que nos dan la leche y la carne con la
que se alimentan millones de personas en nuestro país? Y muchos estaréis pensando: aun así, muchas ganaderías tendrían que cerrar. Nos olvidamos de algo muy
importante, el hecho de que no se matase al toro en la plaza de toros no quiere
decir que no vaya a acabar muriendo. La diferencia es que se haría de manera
limpia, sin necesidad de que el animal sufriera y sin generar un espectáculo de
ello.
La carne de toro también se comercializa y se consume por mucha gente. Es cierto que no es tan exitosa como la ternera, pero también se consume. Entonces, ¿Cuál es el problema? Se pueden torear a los toros sin necesidad de que el animal sufra y aun así preferimos verlo agonizar de manera espantosa en una plaza. ¿Somos sádicos y crueles? Muchísimo, está claro.
La carne de toro también se comercializa y se consume por mucha gente. Es cierto que no es tan exitosa como la ternera, pero también se consume. Entonces, ¿Cuál es el problema? Se pueden torear a los toros sin necesidad de que el animal sufra y aun así preferimos verlo agonizar de manera espantosa en una plaza. ¿Somos sádicos y crueles? Muchísimo, está claro.
Sin embargo, otro de los
argumentos que exponen muchos al defender esta barbarie es el trato que se les
dan a las vacas en las granjas o en el matadero. Alegan, que están en unas
condiciones muy duras, en habitáculos muy pequeños y en unas condiciones muy
desfavorables. Y estoy de acuerdo con ellos. Se necesita abastecer a tantísima gente
de comida y alimentos diariamente que las empresas – por su ansia de generar los
mayores ingresos posibles pero a su vez también con la menor inversión posible – tratan a los animales en unas condiciones muy desfavorables. Por supuesto, que
estoy en contra de esto también y sigo insistiendo en que hay maneras y maneras
de hacer las cosas... si no pensáramos solo en el dinero. No obstante, pese a que
las vacas son sacrificadas para el consumo humano – al igual que los leones
cazan gacelas, por mucha pena que nos de que ocurra… la naturaleza es así de
cruel por desgracia – no se genera un espectáculo de esa muerte. Nos olvidamos que la gente paga una entrada – nada barata por cierto – para ver como se
arrebata una vida, de la manera más cruel y despiadada que te puedas imaginar. Y eso, supuestamente, es cultura…
Se alega que los toros son
violentos a la vez que se aviva, por parte de los “valientes” toreros, la
nobleza de este animal por esa supuesta violencia – muy lógico todo, sí –. Sin embargo, ¿esa violencia es real o es generada?
Cualquier animal, incluidos nosotros, tiene instinto de supervivencia y
ningún animal, excepto nosotros, ataca a otro si no es por puro peligro o pura
supervivencia. Los toros no son diferentes, el problema es que sus cuernos
puntiagudos intimidan, dando sensación de peligro y bravura. Para más inri, el
ser humano educa al toro desde que es un ternero para que sea agresivo. Los
toros llevan toda su vida en plazas de toros y con un adoctrinamiento muy
severo hasta que llegan al que será su “juicio final”. Antes de la última
corrida, se les pega y les tortura previamente para que el animal esté resabiado
y ataque nada más salir a la plaza. Después se le pincha con banderillas, se le
cansa con la capa y se le agota hasta que el animal no puede más y entonces el
torero le da el golpe de gracia – si el toro tiene suerte y le atraviesa el
corazón limpiamente –.
No obstante, a veces, pese a todo este calvario y sufrimiento el toro se niega a atacar. Llegando incluso a tumbarse, lo que los comentaristas de las corridas o el propio torero califican como un toro que “no es válido” o, mejor aún, que carece de la nobleza que hace único al toro: su bravura. Cuando ocurre esto es cuando realmente te das cuenta de la verdadera nobleza de este animal, porque incluso en unas condiciones tan extremas como estas, el toro se niega a atacar o a hacer daño; mientras el ser humano, cruel y despiadado, intenta convertir en un monstruo a un animal puro y noble a partes iguales.
No obstante, a veces, pese a todo este calvario y sufrimiento el toro se niega a atacar. Llegando incluso a tumbarse, lo que los comentaristas de las corridas o el propio torero califican como un toro que “no es válido” o, mejor aún, que carece de la nobleza que hace único al toro: su bravura. Cuando ocurre esto es cuando realmente te das cuenta de la verdadera nobleza de este animal, porque incluso en unas condiciones tan extremas como estas, el toro se niega a atacar o a hacer daño; mientras el ser humano, cruel y despiadado, intenta convertir en un monstruo a un animal puro y noble a partes iguales.
Quien afirme que esto es cultura,
no tiene ni idea del verdadero significado de este término. Quien defiende
también esta barbarie añadiendo que esto es una tradición como otra cualquiera,
les rebato sus pobres argumentos con el siguiente símil: para los italianos
podría ser también una tradición la lucha de gladiadores y dejó de serlo hace
siglos. La diferencia está, en que matar y torturar a un ser humano y hacer
escarnio público de ello es de “bárbaros”... hacerlo con cualquier otro ser vivo, es de ser valientes y merecedores de ser llevados
en andas como a un héroe. Quizá el verdadero problema está, en nuestra
incapacidad de sentir empatía y afecto por otros seres vivos... sean nuestros
iguales o no lo sean.
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