¿Quién soy?
¿Dónde acaba lo que soy y empieza lo que creo ser? ¿Acaso soy lo que proyecto a los demás o lo que los demás creen ver en mí?
¿Somos el niño o el padre? ¿Somos
el adolescente o el adulto? ¿Somos el pasado o el futuro? ¿Somos el vecino que
va a comprar el pan cada madrugada o somos el amante que desnuda a su pareja al
anochecer? ¿Somos el amigo o el desconocido? ¿Somos la hipocresía que nos educó o el animal que nació? ¿Somos nuestra ropa o nuestra desnudez? ¿Somos el
instinto o la consciencia? ¿Dónde comienza la consciencia y acaba el instinto?
¿Por qué creo ser diferente en
cada situación? ¿Por qué no encuentro mi verdadero yo? ¿Por qué me siento
diferente en cada rincón al que voy? ¿Por qué no reacciono igual dependiendo
del cómo, el dónde, el cuándo y el quién? ¿Por qué siento esta incertidumbre
sobre lo que soy y lo que siento? ¿Acaso los demás son lo que yo creo que son o
son tan solo el fruto de lo que quiero creer que son? ¿Puedo creer en lo que
veo, en lo que oigo o en lo que siento? ¿Qué veo? ¿Qué oigo? ¿Qué siento? ¿Qué
es ver? ¿Qué es oír? ¿Qué es sentir?
¡Osados insensatos! Desdibujamos
la realidad para acercarla a lo que nos gustaría que fuera, para al final
darnos cuenta de que la única realidad que existe es pura fantasía.
Recuerdo fruto de un engaño. Engaño
moldeado a nuestro antojo. Antojo del que vivimos prendados. Prendados de un
ardid. Ardid malvado, dulce golosina. Golosina edulcorada de falsos espejismos.
Espejismo de un efímero oasis. Oasis engañoso que nunca existió.
Dura realidad sobre la que permanecemos
subidos, con pies descalzos sobre una fina superficie de cristal; cederá sobre
nuestro propio peso, perdiéndonos en la eternidad de un sueño del cual no
querremos despertar.
Dulce y venenosa mentira. Aciaga
e inherente. Responsable de una realidad inexistente. Quimera maldita y
traicionera.
¿Quién eres? – Pregunta.
Todo y nada. – Respondo.
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