Cosas que le diría a mi yo del pasado [03]:
¡No tengas miedo a equivocarte!
¡Qué importante es arriesgarse! No entendemos lo importante
que es hasta que la vida nos pone a prueba. Cuando aún no levantamos dos
palmos del suelo, no tenemos nada que arriesgar puesto que todavía no hemos ganado
nada. El problema llega cuando vas creciendo y te vas labrando un futuro con
esfuerzo. Ahí te surgen tantas dudas, tantos miedos al fracaso, a no
conseguirlo, a equivocarte… Pero por qué creemos que equivocarnos conlleva el
fracaso. Cada vez que me han puesto la zancadilla o simplemente me he caído de
bruces yo solita, me he levantado fortalecida y premiada. Fortalecida porque
así me inmunizo poco a poco al dolor y premiada porque he aprendido algo nuevo
y valioso. ¡El verdadero fracaso es no
equivocarse!
Entiendo, no obstante, que a veces nos dé miedo equivocarnos
especialmente cuando estamos aprendiendo. ¿Cuántas veces no hemos levantado la
mano en clase, por miedo precisamente a equivocarnos? Es normal que esto ocurra,
cuando en nuestra sociedad está mal visto eso de cometer errores y más aún,
cuando el docente que imparte clase es un pedante y un prepotente que no tiene
reparos en menospreciar a sus alumnos porque aún no han tenido el tiempo,
que el sí ha tenido, de poder aprender y mejorar. Olvidamos nuestros inicios y
nos vanagloriamos de nuestras victorias, sin pensar en las continuas e
incesantes derrotas que son, a fin de cuentas, las que nos han hecho estar
donde estamos. Aquellas derrotas que nos han hecho crecer, endurecernos y
mejorar como personas.
Siempre suelo decir: “Las victorias me hacen querer superarme y
las derrotas querer mejorar”. Ambas van cogidas de la mano y, por tanto, es tan malo revolcarte en la
alargada sombra del éxito como regocijarte en la dolorosa derrota. Aun así, tengo claro
que no debo tener miedo ni a lo uno, ni a lo otro, y que nunca debería de
haberles tenido miedo – especialmente a equivocarme –. Es mucho más sencillo dejarte
llevar por tus victorias y por la sensación “ilusoria” que te proporciona el éxito,
que por la sensación derrotista que te proporciona el fracaso. Pero son
precisamente las derrotas las que me proporcionan un mejor recuerdo, porque mis
dudas y mis errores son, en definitiva, los que me han hecho triunfar, tomar la
iniciativa y tirarme a la piscina. De todo se aprende, a excepción de no
haberlo intentado. ¡Si no fracasas es
que eres un fracasado! Nunca lo olvides.
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