¿La belleza está en el interior?

¿Por qué le damos tanta importancia a nuestro aspecto físico? Principalmente porque nos preocupa demasiado lo que la gente pueda pensar de nosotros. El ser humano es un animal social y como tal intenta rodearse de otras personas. El problema es que cuando conoces a alguien lo primero que percibe ese alguien es tu aspecto físico, porque es lo primero que entra por los ojos. Aunque seas una excelentísima persona con una gran personalidad, la otra persona no sabrá verdaderamente como eres hasta que no empiece a entablar una relación contigo y, por tanto, empecéis a conoceros mutuamente. El problema, además, es que es difícil plasmar tu personalidad cuando hay personas que no se conocen a sí mismas y también cuando al comienzo no solemos comportarnos como realmente somos, por el mismo miedo a no encajar y la desesperada necesidad de caerle bien a la otra persona. Todo esto además aderezado con que es mucho más fácil rendirle culto a tu cuerpo que a tu inteligencia o sabiduría.

En resumidas cuentas, el ser humano es vago por naturaleza. Es tan vago, que hasta nos da pereza conocer a otras personas pero, y lo que es peor, nos da pereza hasta conocernos a nosotros mismos. Por eso preferimos ponernos guapos todas las mañanas para salir a la calle aunque en casa estemos tirados en el sofá, hechos un adefesio. Por esto mismo, también, solemos usar todos una máscara que camufle como somos realmente, para intentar aparentar ante los demás que somos unas excelentísimas personas... aunque la realidad sea muy distinta. Todos nosotros tomamos el camino fácil pensando que así conseguiremos ser más felices, sin embargo, no nos damos cuenta que a veces es preferible tomar el camino difícil aunque esto suponga en ocasiones pasarlo mal.

Si de algo me puedo sentir orgullosa es que siempre he sido fiel a mí misma, incluso cuando era demasiado pequeña como para ser consciente de ello. Siempre he preferido estar cómoda conmigo misma que con los demás. Soy consciente de que en ese sentido no encajo en una sociedad donde se entona el “antes muerta que sencilla”,  pero sinceramente a este respecto soy muy mía y valoro demasiado mi propia felicidad como para preocuparme de lo que otros puedan pensar de mí.

Pese a todo sé que hay muchas personas que no tienen la entereza para tomar la misma decisión que yo, porque les importa demasiado lo que puedan pensar los demás sobre ellos. El problema es que no se dan cuenta de que no le puedes caer bien a todo el mundo y habrá personas con las que encajaras enseguida; del mismo modo que existirán otras con las que es imposible poder encajar por muy guapo que te pongas todos los días. Hagas lo que hagas la gente seguirá criticándote, así que he llegado a la conclusión de que: cuanto más me critiquen mejor estaré haciendo las cosas. Puesto que no haces lo que la mayoría quiere que hagas, sino lo que realmente tú deseas y eso es lo más importante por encima de todo: aprender a conocerte y a quererte a ti mismo. Hacer lo que realmente deseas, por encima de lo que puedan decir los demás, es el primer paso para alcanzar cierta estabilidad emocional.

Sobra decir, que en nuestra actual sociedad hemos llegado a tal punto que lo único que importa son las apariencias... algo desde luego muy alarmante. Especialmente para las personas más vulnerables en este sentido: los adolescentes. Todos sabemos lo que es pasar por esa etapa donde empiezan a desproporcionarse ciertas partes de nuestro cuerpo, las hormonas se revolucionan y comienzan a salir granos y otros pequeños "inconvenientes" por los que antes no debíamos preocuparnos. Es una edad difícil, puesto que debemos pasar por una especie de “limbo” en el que ya no somos tan pequeños pero tampoco tan grades como para entender ciertas cosas, que sí creemos por otro lado entender. Los casos de bulimia y anorexia o el bullying que deben sufrir hoy en día miles y miles de niños/as en todo el mundo es por culpa de la irresponsabilidad tanto de adultos, como de medios de comunicación y campañas publicitarias.

Al final, entre todos/as, acabamos predicando que lo que importa es tener un cuerpo de escándalo por encima, por supuesto, de ser una buena persona, solidario, bondadoso o más empático… Eso les estamos inculcando y enseñando, día a día, a los niños/as cuando encienden la tele y lo único que ven es a mujeres excesivamente delgadas desfilando por una pasarela o los cuerpos retocados con photoshop en las portadas de la prensa rosa… Cadenas como Disney Channel o la propia factoría Disney son también un cáncer para los más jóvenes. Que una factoría tan influyente como Disney tenga un canal de televisión con series para adolescentes o gente joven donde solo se ven a chicas y chicos superficiales que a lo único que aspiran es a convertirse en divas o chicos guays, es algo muy peligroso sobre lo que nadie dice ni hace nada.

Centrándonos en la belleza ¿Qué es la belleza? Desde luego es un concepto bastante subjetivo y que puede abarcar a muchas cosas. Pero bajo mi punto de vista la belleza “visual” es efímera. Una rosa es una flor muy bonita pero su belleza se va diluyendo conforme la rosa se va marchitando. Lo mismo ocurre con las personas. Durante nuestra juventud mantenemos nuestro encanto y belleza, pero conforme envejecemos parte de esa belleza se evapora o mejor dicho muta. Siempre he afirmado que las arrugas me parecen sexys y no lo digo en broma. Creo que tienen belleza a su manera porque, a fin de cuentas, representan la sabiduría y la vida de una persona. Por eso me parece tan artificial una persona que se haya operado y estirado la piel para aparentar no tener la edad que atesora. Para mí la vejez guarda también una gran belleza, no es tan llamativa ni majestuosa como la juventud, pero es bella por lo que representa – tiempo, sabiduría y vida .

Esta analogía creo que se puede extrapolar a todo. Tratamos a la belleza de forma artificial y no debería ser así. La belleza está en las cosas más insignificantes como una sonrisa. Ese gesto tan sencillo a simple vista es de las cosas más bonitas que hay y, sin embargo, preferimos ver belleza en algo tan vacuo y artificial como es el maquillaje o la moda. Enamorarse es una de las cosas más bonitas e increíbles que pueda experimentarse en la vida y, no obstante, muchos afirman que el amor es ciego. Si es así, entonces hay algo que no entiendo. ¿Por qué entonces nos preocupa tanto cómo nos verá la otra persona? Creo que he contestado a esta pregunta unos párrafos más arriba: nuestro miedo al rechazo.

Insisto en el concepto de que es muy fácil rendirle culto al cuerpo, pero no nos damos cuenta de que a la hora de la verdad, cuando nos enamoramos o alguien se enamora de nosotros, lo hace por factores completamente aleatorios y sin demasiado sentido. Es cierto que al principio lo primero que nos llama la atención de alguien es su físico y que te puede gustar su físico; pero hay un mundo entre que te guste alguien y lo quieras de verdad. Si tan solo te gusta, no duraras ni dos telediarios, puesto que con lo que tienes que convivir cuando conoces a alguien no es con el aspecto de la otra persona, sino con su forma de ser. Y si lo único que te gusta de una manzana es su brillo, su color y su forma pero no su sabor, le darás un bocado y no la volverás a probar nunca más. No se come con los ojos, ni se quiere tampoco con la vista... 

Por tanto, ¿la belleza esta en el interior? Sí y no, porque depende de cómo la aprecie cada uno. Para mí desde luego que sí. Bajo mi punto de vista, el exterior es la carcasa que guarda y protege el contenido del interior. Un contenido que puede ser bueno o malo, pero el exterior es solo eso: la carcasa que lo protege. Por mucho que la adornes sigue siendo una carcasa. Así pues, prefiero mil veces las manzanas de mi huerta, aunque estén picadas y no tengan el brillo de las compradas, porque indudablemente saben mejor. No hay nada más bonito que ser como realmente eres sin artificios. Ser libre de poder ser tú mismo sin mascaras, ni adornos de ningún tipo.

La imperfección es lo más atractivo que hay, puesto que lo perfecto es aburrido y no llama tanto la atención. Una vez me dijeron que la perfección no existe porque carecería de algo que la hiciera perfecta: la imperfección. Por eso prefiero ser yo misma, con mis defectos y virtudes, que ser alguien que no pueda reconocer al mírame a un espejo. La belleza es subjetiva y no todo el mundo aprecia las cosas de la misma manera. Precisamente al ser subjetiva siempre habrá alguien que sepa apreciarla dentro de nosotros. El primero que debe saber apreciarla en primer lugar, antes que nadie, somos nosotros mismos.

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