Desaprender lo aprendido
Durante mi infancia, creía a pies
juntillas todo aquello que me enseñaban. Cuando iba al colegio, y en los
primeros años en el instituto, creía que todo aquello que estudiaba era una
verdad irrevocable. No solo a lo largo de mi formación académica caí en el
error de creer de forma inequívoca en aquello que aprendía; lo mismo me ocurría
con lo que me enseñaba la sociedad o mi familia. Pensaba que nunca cambiaría de
opinión sobre ciertos temas o que seguiría siendo la misma aunque por fuera
hubiese cambiado. ¡Me equivocaba!
El gran problema es que un alto
porcentaje de la población cae en este mismo error. La gente estudia y se forma
durante muchos años, en la mayoría de ocasiones, para nada. Viven todo tipo de
experiencias en la vida, para nada. Porque al final no se dan cuenta de algo tan
relevante como es cuestionarlo todo. Me he pasado toda mi vida estudiando y
aprendiendo de otras personas, formándome durante años, para al final llegar a
una conclusión: debo desaprender todo lo aprendido. ¿Por qué? Porque cómo voy a
poder, en plena madurez, poner mi granito de arena para construir una sociedad
y un futuro mejor, si al final voy acabar haciendo lo mismo que hicieron otros. Mi vida se acabaría precipitando hacia un ciclo recursivo, que desembocaría
en una conclusión anteriormente ya preestablecida.
Me gusta pensar diferente,
cuestionarlo todo y hablar siempre de hipótesis; nunca de conclusiones. Si das
por zanjada una hipótesis, nunca veras plasmada la verdadera resolución de la incógnita.
Los científicos son unos expertos en este apartado, puesto que nunca dan por
sentado nada; todo para ellos es una incógnita por resolver. Por ese motivo, la
ciencia ha avanzado tanto en tan poco tiempo. Muchos de los grandes genios y
grandes mentes que han hecho posible los actuales avances tecnológicos, tuvieron
que desaprender lo aprendido para poder crear nuevas teorías que resolvieran
nuevas incógnitas.
¿Estoy afirmando por tanto que
esto solo es válido para la ciencia? No. Todos y cada uno de nosotros deberíamos
de escuchar y aprender de los demás. Es muy probable que nos puedan
aportar puntos de vista que hasta la fecha no habíamos logrado ver. Pero esto
no quiere decir que debamos dar por sentado nada. Debemos aprender a pensar por
nosotros mismos y a tener una mente crítica capaz de sopesar si lo que afirman
otros tiene algo de sentido o es absolutamente descabellado. Desaprender lo
aprendido es también esencial para cualquier persona con un mínimo de
creatividad, puesto que si solo se limita a estudiar o aprender de lo que
hicieron otros, jamás podrá desarrollar su verdadero potencial.
No son muchas las personas que
afirman que todo ya está inventado y esas personas no saben hasta qué punto están
equivocadas. Hay infinitas maneras de hacer las cosas y no tiene sentido el
creer que una vez hemos aprendido una de ellas, no pueda haber más maneras de
hacerlas. En la enseñanza que se imparte hoy en día en colegios e institutos, hay grandes lagunas a la hora de enseñar a los niños
o adolescentes a pensar por sí mismos. Asignaturas
como historia o bellas artes donde se les enseña a los niños, no a aprender del
pasado o a incentivar su creatividad, sino a memorizar fechas, datos y
describir el significado de obras, sobre las que NUNCA realmente
sabremos qué querían expresar sus fallecidos autores – el arte es algo tan personal que no
se puede "estudiar" de forma lógica –.
De la misma manera que el pasado de nuestra historia no se puede describir en las páginas de un libro que alguien tergiverso con su propia visión subjetiva de los acontecimientos. Aprender a leer más allá de las letras escritas sobre un trozo de papel o plasmar nuestras emociones sobre un lienzo en blanco, son cosas que la mayoría de los docentes no saben enseñar – ni pueden enseñar, porque es algo que debe de nacer de la persona en cuestión. El papel del docente debería ser guiar al alumno –.
De la misma manera que el pasado de nuestra historia no se puede describir en las páginas de un libro que alguien tergiverso con su propia visión subjetiva de los acontecimientos. Aprender a leer más allá de las letras escritas sobre un trozo de papel o plasmar nuestras emociones sobre un lienzo en blanco, son cosas que la mayoría de los docentes no saben enseñar – ni pueden enseñar, porque es algo que debe de nacer de la persona en cuestión. El papel del docente debería ser guiar al alumno –.
Aprender a interpretar lo que un
libro tiene que contar, en lugar de memorizar fechas y nombres... Aprender del
pasado para no cometer los mismos errores en el futuro... Desaprender lo
aprendido en el pasado, para construir el futuro... Crear mentes críticas, que
piensen por sí mismas, y no papagayos que memoricen las páginas escritas, de
forma subjetiva por un desconocido, para al día siguiente olvidar lo aprendido...
¿Cómo vas a desaprender si en primer lugar no aprendes de aquello que estudias,
de aquello que vives o de aquellos que te rodean?
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