Una vida sin sueños
Os imagináis vivir en una vida
carente de sueños, de ilusiones, de objetivos, de metas, de
posibilidades… Sería una vida muy triste y vacía. El ser humano necesita tener
sueños porque de otro modo su existencia sería demasiado banal. Si el
ser humano hubiese carecido de sueños, jamás habría logrado llegar a la luna o ahora
mismo no podría estar compartiendo mis reflexiones a través de la red.
Lo cierto es que no todas las
personas tienen sueños. No todo el mundo se plantea objetivos en la vida o
tiene ilusión por lograr alcanzar una meta. Hay demasiada gente que vive la
vida sin marcarse objetivos, sin intentar "descubrirse". Descubrir cuál
es su verdadero objetivo en la vida. Qué marca desea dejar plasmada
en el mundo. Gente que vive la vida sin ilusión. Tengo la sensación de que en los últimos
años ese número de personas está aumentando, especialmente entre la gente de mi
edad. Gente cuyo único propósito en la vida es saber qué va a hacer el próximo fin de
semana con sus amigotes.
Es muy triste y deprimente que
esto esté ocurriendo. Vivimos en un mundo en el que aparentemente todo está
inventado. En una sociedad llena de diversiones y de distracciones que muchas
veces, a los más jóvenes, nos impide centrarnos en lo que realmente importa. Por
eso toda esa gente simplemente se dedica a disfrutar, divertirse y pasárselo bien
pensando que las cosas caen del cielo. No aprecian lo que tienen porque no se
lo han ganado ellos mismos, no han sido ellos los que han luchado por ello, y
se creen con derecho a tenerlo absolutamente todo. Viven en el paraíso y no necesitan nada más.
El problema es que un día alguien los desterrará de ese paraíso y se darán de bruces con la cruda realidad. Cuando eso ocurra deberán encontrarse a sí mismos, descubrir qué es lo que les apasiona y motiva. Deberán buscar ese objetivo o meta que hace mucho tiempo atrás deberían haber encontrado. Pero cuando eso ocurra, será demasiado tarde y probablemente ya no les quedara tiempo para luchar por sus sueños... Deberán luchar por cumplir los sueños de otros.
El problema es que un día alguien los desterrará de ese paraíso y se darán de bruces con la cruda realidad. Cuando eso ocurra deberán encontrarse a sí mismos, descubrir qué es lo que les apasiona y motiva. Deberán buscar ese objetivo o meta que hace mucho tiempo atrás deberían haber encontrado. Pero cuando eso ocurra, será demasiado tarde y probablemente ya no les quedara tiempo para luchar por sus sueños... Deberán luchar por cumplir los sueños de otros.
Pero la culpa de todo esto no la
tenemos solamente o completamente la gente joven, la tienen también los padres.
Nuestros padres, en su gran mayoría, han debido vivir en una época mucho más dura
y difícil que la nuestra. Donde no han tenido ayuda por parte de nadie y han
tenido que buscarse las habichuelas ellos solos. Por ese motivo han intentando darles
a sus hijos lo que ellos nunca han podido tener; para que nunca tuvieran que
pasar por lo que ellos pasaron. Sin embargo, la familia nunca debería de
cometer el error de ofrecerle a sus hijos todos los derechos del mundo sin
imponerles ningún deber. Un padre no solo debe contribuir en que su hijo tenga
lo mejor del mundo. Debe proporcionarle valores a través del trabajo,
demostrarle que las cosas no caen del cielo y que para conseguir algo se deben
hacer sacrificios.
Los sueños no surgen de la nada.
Primero hay que aprender a conocernos: que nos gusta, nos motiva, nos apasiona,
que se nos da bien, que se nos da mal… A partir de ahí, empezaran a formarse en
nuestra cabeza unos propósitos de futuro. Al principio esos propósitos serán como
un espejismo. A veces nos parecerán inalcanzables… Pero, poco a poco, iremos
trabajando y luchando por alcanzarlos y hacer realidad lo imposible. Nos
caeremos, nos levantaremos, nos volveremos a caer, lloraremos, otro día reiremos
y, al día siguiente, nos volveremos a echar a llorar.
No todos los sueños son
alcanzables. Aun así, siempre hay que mantener una mentalidad positiva.
Nosotros somos los que marcamos nuestros propios límites. Pero tened en cuenta
siempre algo, en el noventa y nueve por ciento de los casos, lo realmente satisfactorio no es la llegada
a meta sino la propia carrera en sí. Y si realmente te gusta correr, sentir el
cansancio, el sudor recorriendo todo tu cuerpo, la brisa y el sol acariciando
tu piel… Lo más probable es que lo menos importante para ti sea la
llegada o no a la meta. Disfrutaras solo del viaje y de lo que este le pueda aportar
a tu vida.
Si te retiras a mitad de la carrera o llegas a la meta con la sensación de que no has disfrutado del viaje, entonces me temo que deberás reordenar tus prioridades y comprender qué es lo que realmente te hace feliz. Porque no es fácil aprender a conocerse a sí mismo. Quizá sea lo más duro y difícil que debamos de aprender a lo largo de nuestra existencia… Pero las circunstancias que marcan nuestra vida y las personas que pasan por ella, nos ayudan a conocernos un poquito mejor. No paséis por alto lo que ellas os puedan enseñar, porque este es el primer paso para lograr tener una vida repleta de sueños e ilusión.
Si te retiras a mitad de la carrera o llegas a la meta con la sensación de que no has disfrutado del viaje, entonces me temo que deberás reordenar tus prioridades y comprender qué es lo que realmente te hace feliz. Porque no es fácil aprender a conocerse a sí mismo. Quizá sea lo más duro y difícil que debamos de aprender a lo largo de nuestra existencia… Pero las circunstancias que marcan nuestra vida y las personas que pasan por ella, nos ayudan a conocernos un poquito mejor. No paséis por alto lo que ellas os puedan enseñar, porque este es el primer paso para lograr tener una vida repleta de sueños e ilusión.
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